sábado, 17 de octubre de 2015

El lector de Julio Verne


Antonino el Canijo vive en Fuensanta de Martos, un pueblo de la sierra sur de Jaén, a finales de los años 40. Tiene nueve años y es bajito para su edad, cosa que preocupa a su padre, guardia civil de la zona. Su vida transcurre entre su casa, con su madre y sus dos hermanas, y la escuela. Siempre, como ruido de fondo, está el asunto de los bandoleros del monte, entre ellos el famoso Cencerro, odiado por unos y admirado por otros. Antonino, como hijo de guardia civil, debería temerle y odiarle, pero no puede evitar sentir una secreta admiración por un hombre tan valiente.
Pepe el Portugués se instala en la zona y parece ser un hombre normal, interesado en ganarse la vida y poco más. A Antonino le encanta, en verano, bañarse en el río, en una zona muy cercana a la casa de su nuevo vecino. Así trabarán amistad un hombre joven y un niño, amistad que cambiará para siempre la vida de Antonino. Porque Pepe parece un buen hombre, y lo es. Parece amable, y lo es. Pero parece cobarde, y no lo es. Y también parece amigo del régimen, y tampoco lo es.

Antonino es un niño muy listo, y mientras aprende mecanografía, y taquigrafía, y francés, y mientras lee libros de aventuras de Julio Verne que va devorando uno tras otro, comprende que en Fuensanta de Martos hay mucho miedo escondido. Incluso en su propia casa. Y entiende al fin el origen de muchos silencios y sobreeentendidos entre sus padres. 

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