Le gusta la música, le gusta bailar

Mary Higgins Clark, en una de sus primeras novelas (creo), utiliza el formato clásico con el que se hará famosa.

Una joven (Darcy) ha comenzado a contestar anuncios de contactos, junto con su amiga Erin, para ayudar a otra amiga, productora de televisión, que está realizando un reportaje sobre dicho tema. Cuando Erin desaparece y parece estar relacionado con esta actividad, Darcy inicia una ronda de citas con hombres que ya se citaron con ella, con el fin de recabar información. Desgraciadamente, aparece el cuerpo de Erin en uno de los muelles de Manhattan. Todo parece apuntar a un asesino en serie que lleva actuando desde hace unos años, y varios de los hombres que han salido con Erin y con Darcy pueden ser sospechosos.

La trama va avanzando, hasta que nuestra protagonista se ve, de repente, en una situación límite, acorralada por el asesino, y luchando por su vida.

Entretenida, como siempre Mary Higgins Clark.

La casa de Riverton

Una vez más, Kate Morton nos deleita con una historia antigua, pero una historia que no pasa de moda.

Grace es una anciana que, a punto de morir, tras una agitada e interesante vida, es llamada por una cineasta para recordar un episodio de su juventud. El asunto en cuestión fue el suicidio (o quizá no) de un joven poeta en el transcurso de una fiesta de la alta sociedad, del cual Grace fue testigo. Ella formaba parte del servicio de la casa de Riverton, donde tenía lugar el festejo, como doncella de Hannah, señora de la casa. Hannah y su hermana Emmeline estaban con el poeta, superviviente de la I Guerra Mundial, cuando este falleció.

Con una mirada retrospectiva, Grace va recordando desde el primer día en que entró como criada en la casa de Riverton, con apenas catorce años, hasta que este suceso alteró la vida de todos los residentes y por ende la de Grace, cuya vida ya nunca fue la misma.

La amante

Una historia que se lee con facilidad y rapidez, increíble pero entretenida. Danielle Steel en estado puro.

Natasha es una joven rusa que fue salvada de la indigencia hace ocho años por un hombre de negocios veinte años mayor, hecho a sí mismo, peligroso y multimillonario. Bella, inteligente y discreta, es una especia de geisha moderna, siempre a las órdenes de su amo y amante.

Theo es un joven pintor, hijo de un respetado artista, quien la ha dejado un legado muy considerable. Su madre llora la muerte de su padre, y muestra su obra en un restaurante-museo de gran reputación.

Cuando Natasha y su amante reservan para cenar en el restaurante y se encuentran con las maravillosas pinturas, conocen también a Theo, quien se obsesionará con la belleza de Natasha. Pero Natasha es propiedad de un hombre muy peligroso… Y además, ella no quiere cambiar de vida.

Prácticas restaurativas

Hace tres años realicé un curso sobre círculos y prácticas restaurativas, y lo puse en práctica en varias ocasiones en mi tutoría de aquel año. Cuando cambié de centro, intenté llevar la tutoría a base de círculos restaurativos, práctica que me parece muy interesante, pero tras un par de intentos lo dejé. Treinta y dos niños de doce años son muchos para manejar un círculo. Así que ahí se quedó mi idea.

Este año localicé en el Centro de Profesores de nuevo un curso relacionado con las prácticas y círculos restaurativos, y como el tema de la convivencia, cómo mejorarla y cómo atajar los conflictos, me sigue interesando y supongo que me interesará siempre, allá que me apunté.

Jean Schmitz, el ponente del curso, es un belga afincado en Perú que lleva muchísimos años trabajando en prácticas y círculos restaurativos con adolescentes más y menos complicados, e incluso con delincuentes en muchas ocasiones. Es una persona cercana y capaz, que nos encandiló con su experiencia y su manera de contarla.

Y además, nos pasó su libro en pdf, recién publicado. Un libro ameno y sencillo, muy didáctico, y con las pautas claras para, cuando yo quiera o cualquiera quiera, realizar un círculo o práctica restaurativa. Ahora, a ver qué tal me sale…

Los señores del tiempo

Finaliza la trilogía de la Ciudad Blanca. Hemos visto a mi querido Kraken sufrir en silencio, pasar su duelo por tantos amigos muertos a lo largo de las dos novelas anteriores. Le hemos visto enamorarse hasta los huesos de Alba, su jefa, le hemos visto asumir con naturalidad su dudosa paternidad, le hemos visto cuidar de su abuelo centenario y de su hermano…

Y en esta ocasión, le vemos perseguir a un asesino que se basa en una novela, en un best seller que transcurre en la Vitoria medieval, y que mata como mataban en ella. Le vemos, con ayuda de Estíbaliz, su compañera y casi hermana, sospechar y casi acorralar a un personaje extraño, un personaje de los que ya no quedan, un señor casi casi medieval. Es cierto que a veces, las apariencias engañan, las personalidades engañan, incluso los muertos engañan.

Finaliza, sí, y finaliza con sorpresa. Con sorpresa no totalmente inesperada, también es cierto. Y, tristemente, he de decir, que esta tercera parte no ha llegado, desde mi punto de vista, a la maravilla que fueron las dos anteriores. Es una buena novela, sí, pero no está a la altura de sus predecesoras.