Terminada
la guerra, los Caskey deben replantearse sus negocios, pues el aserradero deja
de recibir los pedidos del gobierno. Miriam se ha hecho cargo del negocio, y tras
el aviso de Ellinor de que en las tierras de los pantanos, propiedad de los
Caskey, hay petróleo, se ocupa de lidiar con las compañías petrolíferas. Los
Caskey se hacen ricos, a la vez que Frances está cada vez más apegada a su hija
que vive en el río, mientras que tiene casi abandonados a Lilah, su hija “normal”
y a su marido. Ellinor lo ve pero no puede cambiarlo, y esta quinta entrega
finaliza con una tormenta brutal sobre Perdido, que amenaza con hundir el dique
y se lleva a Frances a vivir al río.
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