miércoles, 13 de febrero de 2013

El juego del ángel



Ruiz Zafón se adentra de nuevo en una Barcelona siniestra de principios del siglo XX. En esta ocasión, de la mano de David Martín, escritor de novela macabra con síntomas de muerte inminente, que se aferra a un clavo ardiendo para mantenerse en este mundo. Aunque el clavo sea un personaje escalofriante, Andreas Corelli, a quien Martín llama “el patrón”. Patrón que le contrata y le encarga una misión bastante extraña: construir una religión a partir de un relato.
David Martín se ve inmerso en una intriga que le lleva hasta treinta años atrás, cuando Diego Marlasca, abogado de prestigio, pierde primero a su hijo y luego la razón. Su investigación de los hechos acaecidos hace tanto tiempo le ponen en peligro mortal, mientras a su lado van cayendo uno tras otro todos los personajes que a su alrededor circulan, incluyendo a su amada Cristina y a su mentor, Vidal.
Todos caen salvo Isabella, adolescente impertinente y soñadora, que se convierte por un tiempo en su ayudante y es la única, junto con su futuro esposo Sempere, en salir indemne de esta descomunal barbarie gótica. Sembrando, por otro lado, los inicios de La sombra del viento (la mejor novela de Zafón) pues Isabella no es otra que la madre del protagonista de esta última novela. Pero no hay color. El autor quiso rizar el rizo que comenzó con La sombra del viento… y le salió mal.

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