lunes, 23 de octubre de 2017

La ola


Curioso e inquietante como experimento sociológico, La ola relata un hecho real sucedido en una High School (instituto de Secundaria). Un profesor de Historia, con el fin de que el alumnado comprendiera cómo los alemanes pudieron quedarse indiferentes ante los desmanes del nazismo, comenzó a impartir la clase de una manera novedosa.
Fuerza mediante disciplina, comunidad, acción. En primer lugar, con una disciplina férrea basada en la jerarquía (él era el líder, el resto le obedecían); a continuación les inculcó el sentimiento de comunidad, con lo que ninguno se sintió aislado y desaparecieron los piques entre ellos por ser mejor o más popular; por último, la acción, que puso en marcha a todo el alumnado para realizar “algo”.
Que ese “algo” sea un equipo de fútbol, una reunión de motivación o cualquier otra cosa no tiene mucha importancia. El hecho en sí, sí la tiene. Y cómo el disidente, el escéptico, el que no quería entrar en el movimiento denominado “La ola”, se quedaba aislado y con miedo a discrepar, por las posibles consecuencias sociales y quién sabe si algo más.

La película denominada también La ola, de 2008, fue la que me llevó a leer este libro corto y, como dije antes, inquietante. ¿Sería posible algo así actualmente, sabiendo como sabemos los riesgos del pensamiento único y del totalitarismo? No tengo ninguna duda: sí sería posible. Tenemos en muchos lugares muy cercanos pruebas claras de miedo a discrepar, de temor a mostrarse diferente, y no estoy hablando de adolescentes. El totalitarismo engancha, engancha formar parte de un grupo, y engancha el poder. Por suerte, en democracia tenemos los medios para impedir los totalitarismos, aunque algunas veces la misma libertad que impera en nuestro sistema político da alas a determinados sectores que se aprovechan del sistema para tratar de destruirlo.

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