domingo, 1 de abril de 2018

1984



Un libro extraño, del que siempre había oído hablar y que hoy he terminado. El Gran Hermano es un ente que todos, en mayor o menor medida, conocemos de oídas, aunque sólo sea por el programa de televisión. En este libro la figura del Gran Hermano es alguien (no necesariamente una persona) que todo lo ve, todo lo oye, todo incluso lo intuye.
Una sociedad distópica, en la que el mundo se ha organizado en torno a tres potencias: Oceanía (que engloba a América y las Islas Británicas), Eurasia (Europa y Rusia, incluyendo la parte asiática) y Asia Oriental (China, Japón, la India, etc.). África es zona de guerra, y va pasando de una potencia a otra según fluya el conflicto, conflicto que dura años y años y que nunca acabará.
En Oceanía, donde transcurre el libro, existen los miembros del Partido Interior, los del Partido Exterior y los proles (proletarios, el grueso de la población). En realidad, si a mí me pidieran opinión, querría ser prole, pues son los únicos que no están permanentemente fiscalizados por las telepantallas, que observan cada uno de los gestos, palabras, expresiones, de los miembros del Partido.
Una parábola de la sociedad a la que nos habría podido llevar un extremo socialismo, sólo preocupado de perpetuar el poder día tras día. A través de los ojos de Winston, un miembro del Partido Exterior que empieza a dudar de lo que vive, llegando a enamorarse de la joven Julia, asistimos a una caída y degradación lastimosa, y en mi opinión imposible. Un libro del que yo esperaba más.

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