Tras
leer las dos primeras partes de la trilogía de Pedro simón, en esta ocasión le
ha tocado el turno a la tercera y última. Es una novela dura, pues el asunto
que se aborda nos afecta a todos, y si no nos afecta hoy, lo hará. Se trata del
cuidado de los ancianos, de los padres que se van haciendo mayores.
En una
familia normal, de tres hijos normales y corrientes, la madre falleció hace ya
unos años, y es el momento de tomar decisiones. El padre es anciano, no está
bien de salud, y no puede seguir viviendo solo. ¿Cuál es la mejor decisión? ¿Llevárselo
a vivir a casa de los hijos, turnándose? ¿Una residencia, quizá?
Toda
esta toma de decisiones se ve agravada por el hecho de que el hijo mayor siente
un rencor extremo hacia su padre, por un “accidente” que se va desvelando a medida
que avanza la novela. La única hija se siente enormemente culpable, y más
siendo ella auxiliar de enfermería en una residencia.
En
resumen, una novela que remueve, una novela triste, pero necesaria.
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