viernes, 1 de septiembre de 2017

Sucios y malvados


He de reconocer que tardé bastante tiempo en cogerle el hilo a este libro. De hecho, iba por la página 100 (son más de 400) y aún no tenía muy claro de qué iba.
Hay una serie de historias y personajes por los cuales el relato va saltando de capítulo en capítulo. En concreto, el suicidio inicial de un joven que al parecer tiene una buena vida no parece tener explicación, y de hecho no la tiene hasta el final de la novela. Por otra parte, está un joven desequilibrado y obsesivo, víctima de niño de abusos sexuales, que escribe su diario y en él habla de cuatro mujeres: la Tía, la Doña, la Loquera y la Gorda. ¿Quiénes son esas mujeres? Hay que buscarlas entre el resto de las historias entrelazadas que van salpicando la novela de tristes momentos.
Tristes, porque el fondo es sórdido. En el fondo, hay una trama de prostitución y de trata de mujeres; hay hombres que se aprovechan de su poder para abusar de mujeres y niños; hay maltratadores que se sienten por encima de la ley.
Y hay también quien quiere acabar con estos abusos, como los investigadores policiales que se encuentran con varios muertos sobre la mesa, y quien toma, como se dice habitualmente, la calle de en medio. ¿Es lo correcto?  Sí pero no, no pero sí.

Una novela que me ha hecho reflexionar sobre aspectos éticos asociados con el tema de los abusos sexuales, prostitución, etc. No estoy de acuerdo con las afirmaciones de uno de los personajes: “todos son sucios y malvados”, ahora bien, cuando en el camino hay uno que sí lo es, y sale indemne de su crimen, ¿hay soluciones alternativas?

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