lunes, 5 de febrero de 2018

El día que se perdió la cordura


Novela contada a varias bandas, en momentos diferentes. Comienza con una imagen impactante: un joven desnudo y cubierto de sangre paseando por la ciudad de Boston y portando una cabeza decapitada. El joven es apresado e interrogado. Su interrogatorio a manos de un eminente psicólogo y de una joven miembro del FBI será uno de las escenas que va avanzando, y que comienza en la mañana de Nochebuena de 2013.
Por otro lado, tenemos a la joven Amanda, quien está pasando el verano de 1996 en un pueblo ficticio, Salt Lake, con sus padres y su hermana pequeña. Allí conoce a Jacob, y desde un principio sabemos que la historia de amor está cantada. Pero que también se esconde el drama y el terror.
Por último, tenemos al que finalmente reconocemos como el padre de Amanda, quien loco ante la desaparición de su hija, hará cualquier cosa con tal de recuperar a su familia. Aunque esto incluya matar y regirse por las normas de quienes se apoderaron de su hija.
La historia es trepidante desde el principio, con continuos vaivenes y sorpresas en la trama, una trama más grande de lo que parecía en un principio. Varios personajes van acaparando protagonismo, como es el caso de Laura, para finalmente terminar, como era de esperar, de nuevo donde empezó todo, en el pueblo de Salt Lake.

Algunas cosas no me han quedado claras, pero supongo que cuando lea la segunda parte (que será en breve), todo cuadrará.

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