domingo, 4 de febrero de 2018

Eva


Conocí a Lorenzo Falcó hace aproximadamente un año, y me encantó este antihéroe, cínico, oportunista y con un punto psicópata, que vivió la guerra civil aprovechando el momento. En esta segunda entrega, Falcó se dirige a Tánger, donde su misión será hacerse con una buena cantidad de oro español que se encuentra en un barco republicano cuya intención es dirigirse a Rusia. Durante unos días hay calma, al tratarse Tánger de zona internacional, pero el barco está obligado a hacerse a la mar en breve, y allá hay un destructor del ejército franquista que no le permitirá el paso. El afán de Falcó será evitar un combate y la desaparición del oro.
Como agente rusa en el barco republicano se encuentra Eva, la rusa que compartió misión con Falcó en la primera novela, y con la que entabló unos lazos que ni el hecho de estar en bandos distintos logrará romper. Toda la novela gira en torno a las disposiciones que toma Falcó para hacerse con el control del barco, relacionándose con toda clase de personajes, residentes en Tánger o recién llegados, y la sombra de Eva se cierne sobre el libro. No aparecerá la joven en escena hasta bien entrado el relato, y cuando aparece será en una escena romántica que no esperamos, y sin embargo tal vez esperamos, de nuestro espía favorito.

Siempre caballero y siempre rufián, siempre con una copa en la mano y una cafiaspirina en el bolsillo, no sabemos si esta vez se saldrá o no con la suya. Pero como él mismo opina, lo interesante no es ganar o perder, sino que haya una carta esperando con una novedad... o posibilidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario