miércoles, 27 de marzo de 2024

En agosto nos vemos

 



Una mujer de cuarenta y seis años tiene una vida feliz aunque quizá lago rutinaria con su marido y sus dos hijos ya crecidos. Todos los años, un día de agosto, en el aniversario de la muerte de su madre, visita su tumba en una isla vacacional y le lleva un ramo de gladiolos. Sigue su rutina cogiendo el mismo taxi, alojándose en el mismo hotel, comprando en la misma floristería…

Pero uno de esos días de agosto, un año cualquiera, cuando está cenando, le surge una oportunidad con un hombre al que no conoce de nada y acaba pasando la noche con él. Los sentimientos que le genera este acto son ambiguos, sobre todo porque el hombre, cuando se va, le deja un billete de veinte dólares.

El año siguiente, el mismo día de agosto, vuelve a la isla con la idea de pasar la noche de nuevo con un hombre al azar. Y vuelve a hacerlo. Y quiere convertir en rutina este acto, esta noche de libertad. Y esta es la historia que Gabriel García Márquez nos cuenta de manera póstuma. Quizá, como he leido, con un estilo no especialmente pulido, porque su memoria comenzaba a fallar y de hecho él no quería publicarlo. Pero es una buena historia, como no podía ser menos.

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