miércoles, 16 de septiembre de 2015

El alcalde de Zalamea


Desde que hace poco tiempo vi en prensa un artículo sobre la representación en Zalamea de la Serena, un año más, de esta obra de teatro, pensé en dar con ella y leerla. Corta, como todas o casi todas las obras de teatro, la leí casi de una sentada. Y comprendí el horror de la infamia contra Isabel, la bellísima aldeana humilde (aunque hija de un labrador rico) pero totalmente honorable, cometida por don Álvaro.
Tras prendarse de Isabel y al no conseguir sus deseos por la honestidad de ella, la secuestra y ultraja. El padre, al ser consciente de ello, ruega a don Álvaro que se case con ella, ofreciéndole bienes a cambio del honor de su hija. Don Álvaro se ríe, pues jamás se casará con una villana.
Pero el padre de Isabel es nombrado alcalde del pueblo de Zalamea de la Serena y, aun sin jurisdicción, encarcela y finalmente ajusticia con garrote al malvado que ha manchado el honor de su hija. El rey, que llega al pueblo, ratifica la decisión y le nombra alcalde perpetuo.

Una historia de afrenta y honor, una pequeña maravilla de Calderón de la Barca.  

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