La segunda entrega de la trilogía del siglo XX de Ken Follett recorre
una parte de este siglo crucial: desde los años veinte hasta 1949. Por el
camino, de nuevo nos encontraremos con los personajes del primer tomo, ya
mayores y menos apasionados, aunque siempre implicados en la parte de la
historia que les ha tocado vivir. Pero ahora, los verdaderos protagonistas son
sus hijos e hijas: Lloyd, el hijo ilegítimo de Ethel; Daisy y Greg, los hijos
de Lev, el inmigrante ruso en Estados Unidos; Volodia, su primo ruso desconocido;
Woody, el americano hijo de senador; Carla, la pertinaz enfermera alemana hija
de Waler y Maud, y varios más que iremos conociendo a medida que transcurre la
trama.
La II Guerra Mundial se abatirá sobre todos estos personajes y
dejará muertos, por supuesto, y también héroes y heroínas, así como villanos. Desde
los valientes aviadores británicos y los paracaidistas que invadieron Normandía
hasta los científicos que hicieron posible la devastación nuclear, un panorama
de los cinco años de lucha se presentan de una manera muy realista y cercana.
Pero la guerra acaba, y con ella comienza en la Alemania ocupada
por los soviéticos, y en concreto en el Berlín ruso, una nueva etapa cuyas
libertades también dejan bastante que desear, cosa que nuestros protagonistas
comprenderán por sí solos.
Esperaremos ansiosamente la tercera y última entrega, para
acompañar a estas familias por los años de la guerra fría, ya posiblemente a
través de los nietos de aquellos con los que comenzamos.
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