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jueves, 23 de agosto de 2012

Genio y figura



Por ahora, creo que he quedado saturada de Juan Valera. Aunque en esta ocasión, la historia es diferente: no hay una heroína virtuosa, pues Rafaela, la protagonista, de virtuosa tiene poco. De hecho, debe su fortuna al matrimonio con don Joaquín, en Brasil, tras pasar por Lisboa y labrarse allí una reputación no precisamente de santa. Una vez casada, continúan sus aventuras amorosas a espaldas de su esposo. En defensa de Rafaela, decir que es cariñosa, buena y pretende siempre ayudar a todo el que está a su alrededor. Y ¿qué mejor manera de hacer felices a sus amigos que convirtiéndolos en amantes?
A la descripción de la sociedad brasileña del siglo XIX le sigue, ya casi en el desenlace, las reuniones parisinas en las que Rafaela aparece de nuevo, mostrando, como el título de la novela indica, genio y figura hasta el fin.

domingo, 19 de agosto de 2012

Doña Luz



De nuevo sigo con Juan Valera. Otro pueblo andaluz del siglo XIX, otra joven sin recursos pero bella, estudiosa y de una reputación intachable. A pesar de los orígenes inciertos de su nacimiento, pues siendo Doña Luz hija de un marqués, nada sabe de su madre.
Doña Luz vive feliz y retirada en el pueblo donde se hallan las escasas propiedades que su padre, que murió arruinado, le dejó. Dice que nunca se casará, pero todo cambia cuando llega el diputado del distrito al pueblo, quien la enamorará y se casará. La decepción vendrá más tarde cuando compruebe que solo el interés le guió.
Mientras tanto, una historia de amor mucho más intensa subyace en las conversaciones que Doña Luz mantiene con Don Enrique, misionero enfermo que reside en el lugar.

viernes, 17 de agosto de 2012

Juanita la Larga



He seguido con Juan Valera. De nuevo un pueblo andaluz del siglo XIX, de nuevo una heroína joven… En esta ocasión, Juanita es pobre e hija ilegítima de Juana, una mujer que ha sabido labrarse un nombre en el pueblo por su buen hacer en diversos ámbitos: cocina, costura e incluso labores de matrona.
Juanita enamora, siempre sin querer, a un hombre de posición en el pueblo que le saca más de treinta años. Los rumores se disparan, la vergüenza cae sobre ellos y todo termina. Pero tras un tiempo prudencial, se encuentran de nuevo y ya no les importarán los decires de la gente ni los enfados de las personas de cierta posición, entre quienes se encuentra la hija del enamorado. De nuevo, Valera nos da un final feliz.

jueves, 16 de agosto de 2012

Pepita Jiménez



De vez en cuando releo a Juan Valera. Este cordobés del siglo XIX retrató de una manera muy creíble la sociedad rural de su época, sociedad que conocía por haber formado parte de ella en determinados momentos de su ajetreada vida.
En esta ocasión, la novela tiene como protagonista una heroína (Pepita Jiménez), hermosa viuda joven que enamora sin querer al protagonista masculino, Luis de Vargas. Este es el hijo del cacique del pueblo, y sus intenciones al comienzo de la novela son dedicarse al sacerdocio. Pero las cosas no transcurrirán como él espera, y tras diversos malentendidos la historia tendrá final feliz.
Una descripción muy realista de la vida en un pueblo andaluz de hace ciento cincuenta años, con todos los personajes que deben aparecer: el santo cura, el señorito vago, la criada un poco alcahueta…