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domingo, 3 de mayo de 2020

La última juerga



Hace veinticinco años me regalaron por mi cumpleaños una novela que en aquel momento era un icono de la sociedad veinteañera, universitaria y pija. Yo estaba terminando la carrera y no puedo decir que en ningún momento me viera reflejada en la vida de los protagonistas de la historia. De hecho, al principal, Carlos, le cogí una especial manía. Acabé la novela y la releí varias veces a lo largo de los años, preguntándome cómo era posible que me enganchara una novela a la vez que despreciaba de tal manera al personaje principal.
Hace poco, el autor José Ángel Mañas, ha dado continuidad a aquel Carlos tan desagradable, malvado y yo diría que casi psicópata. Y ha sido en La última juerga, novela de corte parecido a la anterior, que en unas pocas páginas nos narra efectivamente, la última juerga de Carlos. Un tipo casi cincuentañero que no ha aprendido absolutamente nada de la vida, que sigue siendo un impresentable y que no se preocupa por los sentimientos de su familia, sus amigos o su novia… Un drogadicto moribundo del que solo puedo decir que me alegro de su final. No siento en absoluto compasión por él.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Historias del Kronen


Crónica de una juventud absolutamente odiosa. El protagonista, Carlos, en concreto, es un chico de aproximadamente veinte años, con ningún valor moral y ningún cariño por ninguno de sus allegados. Ni sus padres, ni sus hermanos, ni su abuelo, ni por supuesto sus amigos ni sus chicas.
Es verano, y Carlos ha aprobado en la facultad, por lo que todo lo que tiene que hacer es dormir hasta las dos, salir con los amigos al Kronen (un bar) a emborracharse, drogarse, buscar de vez en cuando un  desahogo sexual con alguna chica y poco más. No le interesa nada, salvo la violencia, pues está obsesionado con algunas películas y libros absolutamente violentas y sádicas.
La historia está contada en primera persona, desde una perspectiva absolutamente primaria. Comer, dormir, cagar, salir, beber… Unos días con muchos amigos, otros con pocos, siempre rezumando un absoluto desprecio por la gente que le rodea.
El final de la historia es el que se prevé, finalmente toda esta vida se le acaba  yendo de las manos. La pena es que no haya un castigo para semejante personaje.
Leí esta novela hace muchos años, de hecho me la regalaron estando yo en la facultad y compartiendo generación y Madrid con el protagonista. Ya en aquel momento sentí un rechazo instintivo por la vida que llevaba, y hoy, muchos años después, mi rechazo ha aumentado. Espero, de todo corazón, no conocer a nadie en mi entorno así.

Y no voy a discutir, por supuesto, la excelente narración que hace José Ángel Mañas. Discuto el fondo, no la forma. La forma es excelente. De hecho, fue finalista del Premio Nadal 1994.