Hace veinticinco años me regalaron por mi cumpleaños
una novela que en aquel momento era un icono de la sociedad veinteañera, universitaria
y pija. Yo estaba terminando la carrera y no puedo
decir que en ningún momento me viera reflejada en la vida de los protagonistas
de la historia. De hecho, al principal, Carlos, le cogí una especial manía.
Acabé la novela y la releí varias veces a lo largo de los años, preguntándome
cómo era posible que me enganchara una novela a la vez que despreciaba de tal
manera al personaje principal.
Hace poco, el autor José Ángel Mañas, ha dado
continuidad a aquel Carlos tan desagradable, malvado y yo diría que casi
psicópata. Y ha sido en La última juerga, novela de corte parecido a la
anterior, que en unas pocas páginas nos narra efectivamente, la última juerga
de Carlos. Un tipo casi cincuentañero que no ha aprendido absolutamente nada de la
vida, que sigue siendo un impresentable y que no se preocupa por los sentimientos
de su familia, sus amigos o su novia… Un drogadicto moribundo del que solo
puedo decir que me alegro de su final. No siento en absoluto compasión por él.
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