La primera vez que oí
hablar de este libro fue a Bridget Jones, el hilarante personaje de Helen
Fielding. Bridget confiaba ciegamente en la teoría de marcianos y venusinas,
intentando utilizar las técnicas para llevar a buen puerto sus relaciones con
el sexo opuesto.
Tenía curiosidad, y
este me pareció un buen momento para saciarla. Pero he de decir, sinceramente,
que este libro de autoayuda podía haberse resumido en diez páginas, y no en
trescientas. Y no dudo que tenga verdades ciertas, verdades curiosas de las
cuales nos damos cuenta leyendo el libro, de las diferencias evidentes que
existen en la manera de enfocar las relaciones entre un sexo y otro. Ahora
bien, sin generalizar.
Algo me ha hecho
reflexionar. Por ejemplo, a partir de ahora, cuando mi marido me ignore, no me
enfadaré. Pensaré que está en su cueva, y que es necesario para su salud
mental, como buen marciano. Tampoco me sentiré culpable por sentir la necesidad
de hablar de mis problemas aunque él se los guarde. Al fin y al cabo, yo soy de
Venus…