jueves, 13 de febrero de 2020

Ajuste de cuentas


Un rico hacendado, héroe de la II Guerra Mundial, dado por muerto en su lugar de residencia (Clanton, Mississippi) y reaparecido milagrosamente al acabar el conflicto, sale un día de su casa, se acerca a la casa del pastor metodista de la ciudad, y le pega tres tiros. Totalmente premeditado, sobre todo si se añade el hecho de haber cedido sus tierras a sus hijos envida y haberlos convertido en propietarios, con la única razón de mantener las tierras alejadas de una posible demanda civil de los herederos del pastor. Y no dará ninguna razón para haberlo matado.
Su esposa lleva unos meses ingresada en un hospital psiquiátrico, y cuando sus hijos Joel y Stella tratan de verla y de saber qué puede haber ocurrido, se encuentran con un muro.
La novela, bien hilada como todas las tramas judiciales de John Grisham, nos narra tres partes bien diferenciadas: por un lado, el asesinato, el juicio y la decisión del jurado; en segundo lugar, la vida en el Pacífico de un hombre que fue hecho prisionero y huyó para acabar convirtiéndose en un guerrillero luchando contra los japoneses; y por último, lo que ocurre después, es decir, las consecuencias para los hijos y, por fin la explicación que parecía que nunca íbamos a saber: ¿por qué el hacendado mató al pastor?

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