Alicia es una joven pintora
que un día, nadie sabe bien por qué, asesinó a su esposo con cinco disparos.
Desde ese mismo día no ha vuelto a decir ni una palabra. Fue condenada sin
haber tratado de defenderse, y está recluida desde hace años en una residencia
psiquiátrica.
Theo es un psicoterapeuta
con un pasado que cree haber superado, pero que le afecta en su día a día. Se
obsesiona con Alicia, y todo su afán es tratarla y conseguir que hable. Para
ello, consigue ser contratado en la residencia psiquiátrica donde se encuentra
internada, consigue ser su terapeuta, y consigue que ella se comunique con él.
Primero, le permite leer su diario. Y poco después, hablará, después de varios
años de mudez, y contará la historia del asesinato.
Theo es un ser peculiar,
todos lo vemos a lo largo del relato, pero es al final cuando, según se va
acercando el desenlace, nos vamos percatando de la extraña personalidad que le rige.
Mientras Alicia habla, como lectores no sabemos muy bien qué está pasando, pero
obviamente la historia tiene muchas perspectivas, y puede el narrador
convertirse en protagonista, el observador pasar a ser observado… Un final intenso
en el que no se puede parar.