Mi segundo libro del “amigo lector invisible”. En
esta ocasión, como nos pidieron sugerencias, yo había indicado que
me gustan las distopías, y una distopía tuve.
En Estados Unidos el ambiente está muy radicalizado.
Por un lado, la presidenta no es una mujer muy clara, se deja llevar
sin tener sus políticas bien establecidas. Por otro lado, el
aspirante es un supremacista blanco (aunque aún no ha dado la cara
con rotundidad) partidario de las armas y de políticas autoritarias,
racistas, homófobas...
En este contexto, dos sucesos aparentemente no
conectados suceden en estados lejanos. Por un lado, en la
inauguración de las obras de un nuevo complejo empresarial, se
espanta a una colonia de murciélagos que sobrevuelan y atacan a los
presentes. Poco tiempo después, una adolescente de quince años,
Nessie, sale de su casa con lo puesto y comienza a andar. Su hermana
Shana intenta detenerla pero cuando trata de pararla comienza a subir
su temperatura hasta límites insospechados. Un par de horas después,
se le une otro “caminante”. Un par de horas después, otro. Todos
siguen un camino estrictamente marcado y no hay manera de cambiarlo,
pues cuando lo intentan empieza a subir su temperatura y explotan,
literalmente.
El “rebaño” es cada vez más numeroso, y es
acompañado por algunos de sus seres queridos, los “pastores”.
Nadie le encuentra explicación a estos sucesos, ni siquiera los
expertos. Pero hay una inteligencia artificial, Cisne Negro, que
parece saber algo de esto, y una pareja de científicos tratarán de
saber y de salvar al mundo de lo que se avecina.
Una distopía a la manera tradicional, con caos, muerte,
buenos y malos, y con el trasfondo de la tecnología y los riesgos
que conlleva depender de ella. Y con el dilema ético del papel que
representa la inteligencia artificial en nuestro mundo.