Charlie Quinn y su hermana
Sam son las protagonistas de esta novela que engancha desde el minuto uno.
Dos historias se entrelazan
continuamente. Por un lado, en la actualidad, Charlie vive un pésimo momento
vital y acaba casualmente en medio de un tiroteo en la escuela de su ciudad. Kelly
es una chica joven, adulta pero recién cumplidos los dieciocho años, que ha
empuñado la pistola. Aunque no parece saber muy bien lo que ha ocurrido, ha
asesinado al director de la escuela y a una niña de ocho años que pasaba por
allí. Charlie es abogada, y su padre, también abogado, siempre ha sido defensor
de los peores delincuentes de la zona, los que no tenían apenas opciones, y
decidirá defender a Kelly.
Por otro lado, hace treinta
años Charlie vivió un episodio realmente traumático, cuando dos jóvenes
entraron en su casa y mataron a su madre, dejando muy malherida a su hermana
Sam. Ella tampoco salió indemne, y ahora está pagando aún las consecuencias de
aquel suceso.
Todo va entrelazándose y durante
este trayecto aprendemos a comprender a Sam y a Charlie, cada una con sus
traumas y sus miedos.







