El último libro de la entrega de Harry Potter es la culminación
de la lucha entre el bien y el mal que nos viene anunciado desde la primera página
del primer libro. Harry y sus amigos no volverán a Hogwarts, que se ha
convertido en un feudo de Voldemort, y la novela comienza con una espectacular
huida de los mortífagos.
La labor de Harry, diseñada por Dumbledore, es destruir el resto
de los Horrocruxes. Pero primero hay que encontrarlos, luego hay que romper su
poder y para eso es necesario algo más que valor y habilidad. Ron y Hermione le
ayudarán, pero el desánimo llena la primera parte del libro, cuando no parece
haber salida ni solución. Tras escapar una vez más de Voldemort, los sucesos se
precipitan y, uno tras otro, van cayendo los Horrocruxes mientras los tres
amigos averiguan datos sobre las reliquias de la muerte, que se entrelazan con
toda la historia una y otra vez.
La lucha final está servida. Se desarrolla en Hogwarts y, tras trágicas
muertes entre los amigos del bien, la escena final, con el sacrificio de Harry
y su posterior victoria, es épica aunque algunos detalles hubieran precisado
una mayor explicación.
El capítulo final era necesario. Es una historia para niños y adolescentes.
Debe tener un final feliz.