La octava entrega de la serie del comisario Anders Knutas y el
periodista Johan Berg no me ha decepcionado. Que conste que previamente he releído
los siete anteriores, pues la vida personal de los protagonistas es tan
importante para la trama como el crimen en sí. Por eso he estado tanto tiempo sin publicar ninguna entrada.
Todo comienza con el ataque brutal con un hacha a un fotógrafo de
moda que se encuentra en la isla de Gotland haciendo un reportaje a una joven
modelo local que está alcanzando fama internacional. Su vida pende de un hilo,
y poco después se produce una nueva agresión en Estocolmo, en esta ocasión
finalizando con la muerte a hachazos del gerente de la agencia de modelos con
la que trabajaba el fotógrafo en cuestión. Jenny, la joven modelo, tiene lazos
de amistad familiares con Johan Berg y su esposa, y el periodista se interesará
en seguida por la historia.
Mientras tanto, Anders Knutas y su colaboradora Karin investigan
el suceso. Karin ha conseguido establecer una relación con su hija, a la que
dio en adopción cuando nació siendo ella una adolescente, y también sale con un
hombre por primera vez, de manera regular. La vida de Anders Knutas con su
mujer, Line, va a peor, por el contrario, y sus relaciones con sus hijos
tampoco son lo que él espera.
Como ruido de fondo, una chica se mantiene con vida muy a su
pesar, en una clínica de anoréxicas en Estocolmo. Obviamente los crímenes
tienen relación con ella, pero no será casi hasta el final cuando descubramos
todas las relaciones.
Una buena novela de intriga, como casi todas las de esta saga, que
me provocan muchísimas ganas de viajar a esa isla perdida en el Báltico. Aunque
parece peligrosa, se cometen muchos crímenes…
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