Sinceramente, si hubiera leído este libro hace un año no sé si mis
últimas vacaciones habrían sido a bordo de un barco… El pasajero 23 es ese
pasajero, suicida, que opta por arrojarse por la borda de un barco para morir
casi de inmediato, o bien del golpe, o bien ahogado o entre las hélices del
barco. De estos suele haber una media de 23 anuales, de ellos no se habla
apenas, como de la mayoría de los suicidas.
La escalofriante historia de este crucero transatlántico en el Sultán une bajo el mismo espacio a un
hombre (policía especialista en infiltrarse) que perdió a su esposa y a su hijo
en este mismo barco, al parecer en un asesinato-suicidio hace cinco años. Hace
dos meses volvió a suceder, cuando desaparecieron durante la noche una madre y
su hija, y algo se cuece con una joven adolescente en este mismo viaje…
Cuando la niña que desapareció hace unos meses vuelve a la luz
sorprendentemente, la pregunta es: ¿se puede sobrevivir en el interior de un
barco durante ese tiempo?, ¿hay acaso espacios muertos en el interior del
crucero, donde no va nunca nadie, donde se puede delinquir?, ¿es un crucero una
ciudad sin ley?