¡Que nadie toque nada!

Blas Ruiz Grau nos sumerge en las investigaciones policiales, pero no en una en concreto, sino en los diversos pasos que dan la Policía científica, los inspectores, los criminólogos y todas las personas que intervienen desde que se descubre un cadáver hasta que, con suerte y trabajo, se resuelve el caso.

Esta colección de pequeños relatos nos ilustra acerca de temas como: la recogida de huellas dactilares; el reconocimiento de los fallecidos por parte de sus familias; la vestimenta de los investigadores, y muchas otras, desmontando mitos que hemos aprendido mal tras tantas horas de series criminales.

El final del libro es un recorrido por la historia de algunos de los asesinos en serie más famosos de la historia de nuestro país, desde el siglo XIX hasta casi antes de ayer. Desde “el hombre del saco” hasta “los crímenes de la baraja”.

Lectura entretenida y rápida de leer, a la vez que se puede aprender. ¿Qué más pedir?

Una jaula de oro

Camilla Läckberg nos sorprende en su nueva novela con un estilo que, sin estar lejos de lo que siempre hemos leído de ella (los crímenes de Fjällbacka y la investigación a su alrededor), es mucho más intimista.

Faye es una joven que, con dieciocho años, se traslada a Estocolmo precisamente desde Fjällbacka, huyendo de lo que allí ocurrió. Que sin entrar en detalles, fue un drama familiar, donde ella quedó sola en el mundo. Es lista, muy lista, y muy guapa, y está decidida a triunfar en la vida. Lo que no sabe es que se enamorará del hombre equivocado, que se dedicará a aprovecharse de sus conocimientos y de su afán de cuidarle para lograr triunfar y luego tirarla como un trapo usado.

Pero Faye tiene lo que hoy llamaríamos gran capacidad de resiliencia, y cuando su marido la deja con una mano delente y otra detrás, pondrá en marcha su plan. Plan que tenía preparado desde hace años, pues es una pequeña variación de algo que ya hizo en su adolescencia…

¿Quién es Faye en realidad? ¿Una heroína? ¿Una asesina despiadada? Tendrás que leerlo para formarte tu opinión.

Ajuste de cuentas

Un rico hacendado, héroe de la II Guerra Mundial, dado por muerto en su lugar de residencia (Clanton, Mississippi) y reaparecido milagrosamente al acabar el conflicto, sale un día de su casa, se acerca a la casa del pastor metodista de la ciudad, y le pega tres tiros. Totalmente premeditado, sobre todo si se añade el hecho de haber cedido sus tierras a sus hijos envida y haberlos convertido en propietarios, con la única razón de mantener las tierras alejadas de una posible demanda civil de los herederos del pastor. Y no dará ninguna razón para haberlo matado.

Su esposa lleva unos meses ingresada en un hospital psiquiátrico, y cuando sus hijos Joel y Stella tratan de verla y de saber qué puede haber ocurrido, se encuentran con un muro.

La novela, bien hilada como todas las tramas judiciales de John Grisham, nos narra tres partes bien diferenciadas: por un lado, el asesinato, el juicio y la decisión del jurado; en segundo lugar, la vida en el Pacífico de un hombre que fue hecho prisionero y huyó para acabar convirtiéndose en un guerrillero luchando contra los japoneses; y por último, lo que ocurre después, es decir, las consecuencias para los hijos y, por fin la explicación que parecía que nunca íbamos a saber: ¿por qué el hacendado mató al pastor?

La casa vacía

Rosamunde Pilcher, fiel a su estilo, nos sumerge en la vida de una joven ingles que acaba de enviudar. Nunca amó a su esposo, que le era infiel, y de hecho se casó con él muy joven, con apenas dieciocho años, guiada por la mano de una madre snob que pretendía casar bien a su hija. La casó con un hombre adinerado, pero no enamorado.

Virginia está, por tanto, viuda, y con dos hijos de corta edad de los que apenas ha podido ocuparse, pues otros se han encargado y la han apartado de sus responsabilidades como madre. Pero ahora quiere asumirlas, se ve con fuerzas, y durante unas breves vacaciones en la costa de Cornualles decide alquilar una casita y trasladarse allí el resto del verano.

Pero en los alrededores está el único hombre del que Virginia se enamoró con diecisiete años, un granjero de la zona al que volverá a ver… Rosamunde Pilcher en estado puro.