Comienza esta novela como un clásico del thriller. Aparece el cuerpo de un niño, brutalmente mutilado, en un tranquilo pueblo en el que la vida es la normal: barbacoas, partidos... Todas las pruebas apuntan a Terry, un miembro intachable de la sociedad, profesor de literatura en el instituto, que entrena a los niños altruistamente. Pero los testigos lo sitúan en el lugar del crimen, hay huellas suyas y semen con su ADN... Parece que Terry es, indiscutiblemente, culpable.
Cuando es detenido ante todos sus vecinos, en
medio de un partido, el mundo se hunde a sus pies. Pero tiene una coartada
sólida, indestructible, no basada únicamente en testimonios, sino que existe
una grabación de su participación en una conferencia en el mismo momento del
crimen.
¿Puede estar una persona en dos sitios a la
vez? ¿Es posible, con los datos del mundo real que tenemos? ¿Estamos ante algo
que no admite explicación racional? Stephen King en estado puro… El bien contra
el mal.
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