Mañana voy al teatro. Tras suspenderse la función en noviembre, por culpa de la pandemia, han vuelto a programar esta obra, basada en la maravillosa novela de Vargas Llosa, y he tenido la suerte de enterarme a tiempo y conseguir las entradas. Espero que no me decepcione.
Leí este libro hace cerca de veinte años, y
pensé y sigo pensando que es, posiblemente, lo mejor que he leído en mi vida. Es
la historia de los últimos momentos de Trujillo como dictador en la República
Dominicana, aunque enlaza también con los meses inmediatamente posteriores.
La novela se cuenta desde tres puntos de
vista diferentes. Por un lado, Urania Cabral vuelve a su tierra, a Santo Domingo,
tras treinta y cinco años fuera del país, que abandonó súbitamente con catorce
años, pocos días antes del asesinato de Trujillo. Urania recuerda las
traumáticas razones que la llevaron a salir del país, con su padre caído en
desgracia ante el dictador Trujillo.
Por otro lado, se ven los sucesos desde el
punto de vista de Trujillo, quien se siente salvador de su patria, y considera
que él es la única persona capaz para gobernar su país. Es corrupto e inmoral,
pero a su manera tiene unos principios, casposos, pero principios. Y ay de quien
le decepcione, caerá en desgracia y eso es muy difícil de solucionar. Bien lo
sabe el senador Cabral, padre de Uranita.
Y por último, tenemos a los asesinos de
Trujillo esperándole en un coche en la carretera por la que saben que va a pasar.
Allí pensarán y hablarán de sus motivos, y podremos entender las razones de
peso que les han llevado hasta ese momento, en el que se juegan su vida y la de
su familia.
Un relato infinitamente bien hilado, con una
trama que no deja respirar, con un misterio que solo se desvelará al final
(¿qué le pasó a Uranita niña?), y cuando el libro termina, lo único que he
podido hacer, tanto hace años como hoy, es irme a la Wikipedia para saber más
sobre esta historia real.
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