Ken Follett tiene una manera
de contar historias que engancha y da igual que te hable de la construcción de
una catedral hace siglos, de un espía alemán en Gran Bretaña durante la II
Guerra mundial, o del período de entreguerras. Los personajes son siempre
creíbles, en su mayor aparte amables y empatizamos con ellos.
En esta ocasión, la trama
transcurre en tres puntos diferentes. En un mundo posterior al actual, pero no
mucho (jamás dice fechas, pero puede ser 2023, 2025…), un alto cargo del
gobierno chino, joven y que no está apegado a las antiguas costumbres, trata de
evitar problemas con Estados Unidos. Por otra parte, en África hay un
infiltrado que se hace pasar por inmigrante para descubrir dónde están los
terroristas islámicos relacionados con Corea del Norte y China. Y por último,
la presidenta estadounidense, que está a la vez lidiando con una hija adolescente,
un marido infiel y unos asuntos internacionales que se le están yendo de las
manos, a pesar de sus buenas intenciones.
Nadie quiere una guerra
nuclear, nadie. Pero pequeños conflictos van enquistándose y se va produciendo
una escalada que parece que va a culminar con un conflicto que nadie sabe cómo
puede terminar, quizá extinguiendo a una gran parte de la humanidad…
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