Había oído hablar de este
libro como uno de los mejores thrillers del siglo XX. Posiblemente sí sea uno
de los más oscuros que he leído.
El relato se construye
desde la perspectiva de Richard, un joven californiano cuya familia no es ni
amable ni generosa, que quiere escapar de allí. Consigue una beca en una universidad
de Vermont, y allí se convertirá en estudiante de griego clásico con un
profesor muy peculiar que solo admite unos pocos estudiantes. Entablará
entonces relación con sus cinco compañeros, todos con sus particularidades. Un
chico y una chica que son hermanos gemelos, un joven gay que disimula su
condición, un bocazas con pocas luces, y el líder indiscutible de todos ellos.
Casi desde el principio
sabemos que, por alguna razón, el compañero bocazas fue asesinado por sus otros
cinco compañeros. La primera parte del libro va relatando cómo se llegó a esta
situación así como el asesinato, la denuncia por desaparición y finalmente la
aparición del cuerpo. Pero ahí estamos apenas a mitad de la novela, pues aún
quedan todos los fantasmas en la mente del resto, y cómo lidiarán con saberse
autores o cómplices de un asesinato. Con la culpa y el remordimiento, pero
también con la preocupación de poder encontrarse en un momento dado en el punto
de mira de una investigación.
Lamento no haber podido
empatizar más con el protagonista y sus amigos, pero nunca dejaron de parecerme
unos niñatos que se dedicaban a beber, drogarse y especular sobre tonterías.
Aun así, el relato es soberbio.
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