Conocí a Félix Modroño
(en realidad, sus obras) cuando cayó en mis manos la pequeña joya llamada La
ciudad de los ojos grises. Desde entonces le he seguido y he leído varias
de sus obras. Cuando salió Sol de brujas, tomé nota de ello y hoy lo he
terminado.
La historia transcurre en
Santander, donde una joven palentina, Silvia, apodada Mesetaria por su
jefe, trabaja como policía. Lleva apenas tres meses allí cuando aparece el
cuerpo de una adolescente de quince años asesinada y colgada. La investigación
comienza, y todo parece tener relación con las redes sociales, la pornografía
infantil y, por supuesto, el suicidio de una de sus mejores amigas (o quizá
no), acaecido hace menos de un año. El asunto se complica cuando el principal
sospechoso, un hombre que guarda en su ordenador todo tipo de pornografía, es
asesinado brutalmente antes de poder testificar.
Las relaciones entre diversos
miembros de la sociedad santanderina aparecen como trasfondo en todo el relato,
estando las raíces de los crímenes en lo que sucedió muchos años atrás. El
final deja una amarga sensación, pero quizá no se podía acabar de otra forma…
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