Unos turistas están
disfrutando del glaciar Viedma, situado en la Patagonia, montados en un barco y
haciendo fotos. De repente, dentro del glaciar aparecen los restos congelados
de dos hombres que llevan allí, una vez analizados por la policía,
aproximadamente treinta años. La antigua inspectora Laura Badía, a la que ya
conocí en El coleccionista de flechas, está apartada temporalmente del
cuerpo y reside en El Chaltén, localidad más cercana, pero su instinto no ha
mermado.
Apenas dos años después,
un joven barcelonés hereda el céntrico hotel de la localidad que lleva treinta
años cerrado. Su tío, del que no ha oído jamás hablar, se lo ha dejado,
pidiéndole a su vez que esparza sus cenizas en una laguna cercana. Allá se
dirige, sin sospechar que ha heredado un hotel y también un enorme enigma sobre
su familia.
Una estupenda novela de
Cristian Perfumo, del que seguiré leyendo, aunque el problema es que cuanto más
leo, más ganas tengo de ir a la Patagonia. Y está muy lejos…
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