Encontré “Mujercitas” en Navidad en casa de mis padres y no pude evitar releerlo, tras quizá veinticinco años o más. Es un libro antiguo, indudablemente; es ñoño, también. No es de este siglo XXI, ni tampoco del pasado. Pero no deja de tener un aire bello, nostálgico y amable. Las andanzas de estas cuatro muchachas (Meg, Jo, Beth y Amy) y de su amigo Laurie pueden, incluso hoy, enseñar algo bueno sobre el amor, el perdón y la solidaridad.
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