viernes, 6 de enero de 2012

Velocidad


La primera vez que leí a Dean Koontz me sobrecogió. Es otro de esos autores que no dejo de leer siempre que tengo algo cerca. En esta ocasión, “Velocidad” me ha puesto los pelos de punta, me ha horrorizado, en suma: me ha dado miedo. Me ha obligado a irme del salón para leer en la cama, con la protección de la manta y el edredón, y sentir que no estaba en riesgo de acabar mal. Protección que Billy Wiles, protagonista de la obra, acosado por un psicópata desde el comienzo del libro, necesita sin remedio, pues es un buen tipo que no merece en absoluto el caos en el que se convierte su vida.
Es también una reflexión sobre la soledad, sus causas y consecuencias, y sobre el papel de las víctimas. Una excelente lectura de noche de invierno pero, eso sí, las pesadillas pueden visitar después de una buena sesión.

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