Esta segunda novela de Stieg Larsson me ha impedido dormir correctamente las dos últimas noches. En concreto, ayer me dieron las tres de la mañana. Y ya sabía lo que iba a ocurrir, pero es una secuenciación tal, que va in crescendo según vas acercándote a la escena final, que no podía parar de leer hasta que llegué al magistral final.
Adictivo Larsson, sin lugar a dudas.
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