Gaston Leroux concibe el clásico crimen dentro de una habitación cerrada como una manera de lucir a su pequeño gran periodista de investigación, Rouletabille. Una trama magníficamente orquestada alrededor de Mathilde Stangerson, víctima una y otra vez de un desalmado asesino al que sólo al final vislumbraremos en toda su magnitud, gracias al buen hacer y “el lado bueno de la razón” de Joseph Rouletabille.
Aunque quedan algunos cabos sueltos en esta maravillosa novela de misterio y crimen (la relación entre periodista, víctima y asesino resulta un tanto ambigua), Gaston Leroux escribió una obra maestra de la literatura policíaca, enganchando al lector o lectora desde la primera página y hasta el último capítulo del libro.
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