Tracy Chevalier penetra en su primera novela en la Francia más rural y quizá
menos conocida, el Languedoc y las Cevenas. Hilando de una manera más que
adecuada la vida de Isabelle, calvinista en el siglo XVII y adoradora de la Virgen y su color azul, con
la de Ella, americana de finales del siglo XX y residente por casualidad en
estas mismas tierras, la autora introduce las persecuciones religiosas junto
con las supersticiones relacionadas con ritos de brujas.
Como fondo, la historia familiar de Ella, descendiente por línea
directa de Isabelle, con su mismo color de pelo y dotada de una conexión
especial con su antepasada, desgraciada en el amor como ella.
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