La segunda entrega
de las novelas policíacas protagonizadas por el inspector de policía Leo Caldas
investiga la muerte, presunto suicidio, de Justo Castelo (alias el Rubio),
pescador gallego en un pequeño pueblo. Lo que parecía un caso sencillo se va
complicando a lo largo de la trama, hasta que el inspector comprende que, detrás
de la desesperación de un hombre, puede radicar una trágica noche de hace muchísimos
años.
Lo que describí como
CSI Vigo en la primera de las novelas de Domingo Villar tiene aquí su
continuación. El solitario inspector, su subordinado malhablado y la vida que
se escapa a su alrededor hacen de este relato un buen entretenimiento veraniego…
o invernal.
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