Jeffrey Archer es un
artista del relato. En esta ocasión, del relato corto. Doce de ellos, en
concreto, componen este libro donde el excelente narrador de conflictos y de
intrigas aborda una serie de situaciones de lo más variada: desde una extraña partida
de ajedrez un tanto peculiar, partida que da nombre al libro, hasta un
asesinato cometido por una persona que no está sentada precisamente en el
banquillo de los acusados. No sabría elegir cuál de ellos es más ameno e
interesante, pues en cada uno pone Archer su punto de brillantez al que nos
tiene acostumbrados en sus novelas más largas.
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