María Dueñas es una experta en
dibujar retratos de personajes magníficos. En esta ocasión, hay dos que tienen
una fuerza imparable, aunque los secundarios no desmerecen en absoluto.
Mauro Larrea es un hombre hecho a
sí mismo, minero adinerado en México, quien de la noche a la mañana se arruina
y debe ponerse en marcha para rehacer su patrimonio, protegiendo del descrédito
a su hijo y a su hija. Sol Montalvo es
una señorita jerezana casada con un comerciante de vinos inglés treinta años
mayor que ella. Cuando, tras dar muchos tumbos por México y La Habana, Mauro
recala en Jerez para vender unas propiedades que pertenecieron a la familia de
Sol, se palpa en el ambiente la tensión que se genera.
Pero no son sólo estos dos
personajes. El indio, criado de Mauro desde hace muchísimos años; el médico;
los que se quedaron en La Habana y retornan; el apoderado; la hija; la suegra
de la hija… Y así, todos y cada uno de ellos forman una trama exquisita donde
nada queda fuera y donde aprendemos a apreciar y a compadecer a estos
caracteres tan maravillosos.