John Verdon ha creado un personaje,
Dave Gurney, totalmente creíble. Un detective retirado de la policía de Nueva
York al que le cuesta trabajo mantenerse al margen cuando le piden ayuda para
resolver un misterio. Inteligente y perspicaz, suele conseguirlo.
En esta ocasión, cuatro jóvenes se
han suicidado en un intervalo de tiempo muy corto. Los cuatro habían consultado
a un eminente psiquiatra especializado en la hipnosis con el fin de dejar de
fumar. Los cuatro habían relatado pesadillas recurrentes e idénticas. En el
punto de mira se halla, obviamente, el psiquiatra que parece haberles inducido
al suicidio. La hermana de éste, obsesiva cuidadora de su genial hermano,
solicita la ayuda de Gurney para probar su inocencia.
Gurney se traslada junto con su
esposa a un precioso hotel de montaña donde reside el psiquiatra desde hace dos
años, con el fin de comenzar la investigación. Lo que iban a ser un par de días
se convierten en varios más, rodeados de nieve, viento y cortes de luz. El
ambiente se va enrareciendo, hay pocos huéspedes en el hotel y parece que algo puede
salir muy, muy mal…
Como casi siempre, Gurney resolverá
el crimen pensando, y se verá involucrado en una escena final a lo grande,
peligrosa y lóbrega, con el añadido esta vez de que su mujer está a su lado.
De nuevo, una gran actuación
perfectamente narrada por Verdon.
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