Finalizo el año con un clásico entre la novela judicial: John
Grisham. Hace cerca de treinta años que lo descubrí, y desde entonces en rara
ocasión me ha decepcionado. En este su último thriller, una jueza muy, muy
corrupta, está recibiendo un soborno mensualmente, por parte de un casino
gestionado por una tribu india. Curiosamente, con este asunto he aprendido
algunas cosas sobre el funcionamiento de las reservas indias en EEUU, cosas que
no sabía a pesar de haber estado allí una vez, hace tres años. Las reservas no
dependen de las leyes estatales, son independientes en cuanto a gestión
policial, y sólo tienen por encima a la ley federal, es decir, al FBI.
La jueza entra en el punto de mira de Lacy, una abogada
especializada en controlar al poder judicial, pero todo el asunto le desborda,
sobre todo tras morir su compañero en un accidente de tráfico provocado por los
que trabajan con la jueza y los indios del casino. El FBI interviene, pero no
está claro dónde están las filtraciones y quién puede o no estar en peligro…
Un thriller tradicional, al más puro estilo de Grisham,
interesante y entretenido. Buena lectura para unas vacaciones de Navidad.