Algunas veces se cuelan maravillas en mi vida por sorpresa, en forma de libro. Y esta es una de ellas. No había leído ninguna sinopsis, no sabía cuál era la trama. Y me enganchó desde el minuto uno.
La historia tiene un cierto parecido con Las
cenizas de Ángela, en el sentido de contar dramas desde el punto de vista
infantil del protagonista. Un niño vive en su pueblo, en Rumanía, con el cariño
y dedicación de sus padres. Pero los problemas económicos son continuos, y
finalmente deciden emigrar. ¿A dónde? A España. Y así, él se convierte en un
inmigrante ilegal, en un rumano al que algunos niños pueden marginar e
insultar, amparándose en la ley del más fuerte. Pero también en un niño que se
propone salir adelante y lo hace, a pesar de todas las dificultades.
Si a esto le añadimos que el lugar en el que la
familia se instala es Leganés, mi ciudad, en concreto en la calle Fray Luis de
León, por la que durante cuatro años pasé a diario cuando iba al instituto, entenderéis
que me haya maravillado esta novela que he devorado en apenas dos días. Una
novela que nuestros adolescentes deberían leer, y quizá las aulas que hoy
tenemos en nuestro país serían un lugar más feliz.