Una pareja de treintañeros, con una vida
normal en la ciudad, aunque con problemas económicos y personales, deciden,
sobre todo motivados por él, instalarse en el campo. Ayudados por una “organización”
de la que no se llega a saber gran cosa, comienzan a vivir en un pueblo
habitado por tres personas: el que lleva la cantina, un hombre anciano y una
mujer también anciana que vive más con los animales que con las personas.
Los pensamientos de todos los miembros de
esta pequeña comunidad van pasando por el relato, a veces no teniendo muy claro
quién es el portavoz en cada momento. Aparece una nueva mujer, acompañada de
una niña, que se unirá al grupo y aportará novedades.
El apoyo que se dan unos a otros, los
pequeños roces, e incluso la tensión sexual, son los derroteros por los que
transcurre la novela. Como trasfondo se intuye una catástrofe previa (quizá
ambiental, quizá médica) pero nunca se llega a explicar detenidamente. Esperaba
más de este relato.
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