Joël Dicker me ha emocionado con sus novelas
anteriores, pero he de decir que con esta me ha decepcionado.
La historia, en sí, no es mala. Contada en
primera persona, narra las dos semanas que transcurren en la vida de un joven
escritor que reside en Ginebra (es decir, el propio Dicker). Estando en un hotel,
descubre que la habitación 622 no existe, sino que la han llamado 621 bis.
Junto con una joven que también pasa unos días en el hotel, Scarlett, tratarán
de comprender por qué. Sobre todo, se sentirán intrigados cuando desde la
dirección del hotel traten de mentirles al respecto. Porque en la habitación
622 se produjo un asesinato hace muchos años, y nunca se supo quién fue el
asesino.
Con continuos cambios en el tiempo (quince
años atrás, dos meses antes del asesinato, un año después del asesinato…), Dicker
consigue despistarnos. No he conseguido encontrar el hilo conductor, y lo que
es peor, no he conseguido emocionarme con ninguno de los personajes (ni el
escritor, ni su amiga, ni los actores del criemen…). Dicker va contando también
la historia de su editor, rindiendo homenaje a un hombre consagrado en el mundo
editorial francés y que falleció en 2018. Quizá si aún viviera no le habría
permitido publicar esta novela…
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