La cuarta entrega de la
saga protagonizada por la inspectora Elena Blanco ahonda aún más en la
personalidad de esta, en su evolución a lo largo de las novelas y en los
fantasmas que recorren su mente.
Elena no se ha recuperado
aún de los acontecimientos que se narraron en la novela anterior, y está
tratando de agarrarse a algo sólido, en este caso La Nena, la niña maltratada cuya
existencia dentro de una normalidad no está garantizada, debido a su traumática
infancia.
De repente, aparece un
cadáver cuyos órganos internos han sido extraídos y en su interior ha sido
introducido un feto, previamente congelado, y que resulta ser hijo biológico
del fallecido. Pero, ¿dónde está la madre?
Pocos días después, a
muchos kilómetros de allí, aparece un nuevo muerto con características
similares. Elena y su equipo temen que esto se convierta en una serie de asesinatos,
y tratarán de detenerlos cuanto antes. No sin descubrir muchos secretos por el camino,
secretos que también les afectarán a ellos…
Tan truculenta como las anteriores.
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