Sara, una joven y guapa
esposa, parece tener una vida idílica, pero en el momento en el que entra por
la puerta de su casa, se desata el infierno. Las cosas tienen que estar
colocadas exactamente como quiere su esposo, un controlador de manual que no
permite que su mujer se desvíe ni un ápice. En caso de que algo no le cuadre,
la emprende a golpes con ella, lo que le obliga a vestir muy tapada incluso en
pleno verano, para ocultar las heridas y moratones.
Pero un día, Sara finge su
propia muerte en un accidente naútico. Su cuerpo no aparece, pero ha huido y se
instala en un pequeño pueblo donde comienza a trabajar en tareas domésticas (lo
único que puede hacer, pues no tiene ni siquiera número de la seguridad social)
y alquila una pequeña casa, también de manera ilegal.
En unas semanas, Sara
(bajo el nombre de Laura) comienza a tener una vida con apariencia de
normalidad, aunque ella no quiere relacionarse con gente, siempre angustiada
por la posibilidad de que su marido la encuentre. Esta posibilidad se
convertirá en una realidad que hará que su vida sea de nuevo una pesadilla.
La violencia de género
contada cuando no se contaba, cuando la única solución para una mujer era
esconderse, pues al fin y al cabo se trata de asuntos domésticos…
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