De nuevo, John
Verdon nos introduce en uno de esos casos intrincados que tanto le apasionan al
detective retirado David Gurney. En esta ocasión, su ayuda es solicitada para
revisar el caso de una condena, al parecer injusta, de una mujer acusada de
haber asesinado a su marido. La mujer está encarcelada y no parece que haya
ninguna urgencia al respecto, ni que ningún asesino esté suelto alrededor y sea
peligroso.
Pero cuando Gurney
empieza a investigar, salen a la luz algunos aspectos extraños: la bala no pudo
realizar una trayectoria imposible; un “socio” del fallecido, vinculado con los
asesinatos por encargo, murió ese mismo día de una forma macabra; la hija del
fallecido es una niña bien que no tuvo escrúpulos para mantener relaciones con
el policía que investigó el caso…
Y todo comienza a
girar de nuevo. Muere el abogado de la esposa encarcelada junto con varios
vecinos, en un incendio provocado. Cuando Gurney está reunido con las dos
personas con las que lleva este caso, son tiroteados desde lejos.
Mientras tanto, el
afán de Gurney por proteger a su esposa y su hijo está totalmente en contra de
su extraña capacidad de ponerse en el punto de mira del sicario demente que
todos conocen como Peter Pan…
Como siempre, John
Verdon urde una buena intriga con unos personajes creíbles y un Gurney retirado
con el que no podemos evitar sentir una gran afinidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario