Cambiando por completo él género
literario al que me dedico últimamente (la novela negra, básicamente), me decidí
por volver a los clásicos. Charles Dickens me fascinó desde pequeña, y algunos
de sus célebres personajes son dignos de ser recordados para siempre. Así es
Pip, el protagonista de esta novela, un joven huérfano criado por su cruel
hermana y su amable y fiel esposo en una aldea, cuyo destino parece ser el de
convertirse en herrero, como su cuñado.
En la ciudad cercana hay una casa
habitada por una rica señora medio loca, que adoptó a la huérfana Estella. Pip
traba conocimiento con ellas, y esto será su perdición, pues se enamora de esta
última y comprende que su mayor deseo será convertirse en un caballero para
estar a su altura y tratar de merecerla.
Cuando es un adolescente, y su
destino parece encaminado a la fragua, aparece un anónimo benefactor que le
facilitará a Pip el instalarse en Londres, recibir una instrucción y convertir
su sueño en realidad. Las grandes esperanzas que comienza a albergar respecto a
su futuro son las que dan título a la novela.
Con personajes entrañables y magníficamente
retratados, exagerados en sus caracterizaciones pero creíbles, este relato es
un magnífico escaparate para la sociedad inglesa de la época.
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