La novela comienza con dos mujeres
del siglo XXI poniéndose en contacto con motivo del fallecimiento de una de
ellas, librero de viejo. Pero esta es sólo la excusa para comenzar a
sumergirnos en una investigación que transcurre a lo largo de dos siglos.
Con la llegada de las tropas
francesas en 1808 a
la ciudad de Barcelona, se producen saqueos en las casas de personas acomodadas
de la ciudad y alrededores. En este maremágnum desaparece una colección de
libros eróticos, con grabados eróticos, cosa que en la actual era digital puede
parecer un asunto menor. Pero podemos suponer el culto que se pudo rendir a
este tipo de libros “prohibidos” en el siglo XIX.
Brancaleone, un jovencísimo soldado
italiano que entra con los franceses, se hace con uno de los tomos prohibidos
sin saber muy bien lo que es. Sus peripecias posteriores, su amor y matrimonio
con una joven barcelonesa y, sobre todo, la vida de su hijo, serán una parte
importante de la trama.
Por otro lado, Carlota Guillot es
la hija del dueño de los libros prohibidos. Es una niña, y cuando se hace una
mujer, muchos años después, se casará con quien no debe: un hombre ambicioso
que será su perdición, le arrebatará su herencia, su buen nombre y todo aquello
por lo que su padre luchó.
Esta es la historia de la búsqueda
de un libro, de muchos libros, de una ciudad y de un siglo. Un libro ágil de
leer, sobre todo las últimas doscientas páginas; un libro donde hay buenos y
malos, héroes y villanos. Una lectura estupenda para tardes de otoño.
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