Sólo le puedo poner un pero a Irene, magnífica
obra de Pierre Lemaitre. Pero la culpa es sólo mía. Cuando cayó en mis manos Alex,
me percaté de que el comandante encargado de la investigación, Verhoeven, tenía
una historia dramática atrás. Y esta historia es la que se relata en la primera
entrega de los casos protagonizados por dicho policía.
La historia comienza con el brutal asesinato de
dos prostitutas. Pero brutal en el sentido de sangriento, truculento y sádico. Algunas
de las cosas que el asesino hizo parecen no tener sentido, pero Verhoeven
enlaza el caso con otro anterior, de características parcialmente similares. Tirando
del hilo, él y su equipo llegan a la conclusión de que el asesino recrea crímenes
de diversos libros de novela negra.
A la vez, vamos conociendo al protagonista. Debido
al tabaquismo de su madre durante el embarazo, sufre una minusvalía y mide
apenas metro cuarenta y cinco. Su altura no le impide ser portador de una gran
inteligencia y capacidad de deducción, don de mando y una gran ternura por su
mujer, Irene, a punto de dar a luz, quien desgraciadamente se convertirá en
protagonista de la novela.
Una historia narrada magistralmente, de la cuál
desafortunadamente yo (por haber leído la segunda entrega) conocía el desenlace…
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